Hoy en día, con nuestros hábitos alimenticios, el poco
tiempo que tenemos para cuidarnos y las preocupaciones por hacer todo aquello
que tenemos que hacer, es totalmente normal que suframos las consecuencias del
estrés.
El estrés en sí mismo no es algo que podamos considerar
negativo, pues es una respuesta natural y totalmente necesaria del cuerpo, pero
cuando se convierte en algo crónico puede dañar nuestra salud. Podemos distinguir
entonces entre el estrés fisiológico y el no fisiológico.
El estrés no fisiológico es una enfermedad.
LOS MOTIVOS
COTIDIANOS DEL ESTRÉS
Si bien hay un sinfín de causas que nos mantienen bajo
presión constante, la base de todas ellas son generalmente nuestra educación y
forma de ser o la poca capacidad que tengamos para superar circunstancias
traumáticas. Son nuestras características personales las que permitirán que el
contexto influya sobre nuestro estado de paz.
La mayoría de las personas cedemos ante los factores más típicos
como:
- Problemas
financieros: la inseguridad económica es un motivo principal en
nuestros días; inseguridad a la hora de hacer frente a los gastos,
facturas o imprevistos.
- Problemas
de pareja o familiares: ya sea relativo al fallecimiento del
compañero de vida, a una ruptura o a discusiones con los hijos.
- Problemas
laborales: a causa de perder el trabajo, largos periodos sin
empleo, inseguridad laboral, exceso de trabajo o malas relaciones con los
superiores o compañeros.
- Problemas
de salud: enfermedades propias o de personas queridas o la
asimilación de una pérdida.
CÓMO AFECTA EL ESTRÉS EN LOS DIENTES
Nuestro organismo sufrirá estragos. Estaremos mentalmente
derrotados, forzados y extenuados. El sistema hormonal variará su secreción
habitual, incrementando los niveles de cortisol, y los efectos serán palpables en cada parte de nuestro cuerpo, siendo
una de ellas la boca.
Las manifestaciones más comunes sobre cómo el estrés
afecta el estrés a los dientes son:
- Bruxismo: es
posible que ni a la hora de dormir nuestra mente descanse. Esto provoca
que la mandíbula se deslice de forma constante sobre la dentadura
superior, ocasionando el rechinar inconsciente de los dientes.
- Gingivitis: como
comentábamos anteriormente, cuando el organismo se enfrenta a este tipo de
problemas, produce más cortisol del que debería. Esta hormona tiene, por
lo general, una función antiinflamatoria, pero cuando hablamos de las
encías, supone un agente estimulante de la inflamación.
- Periodontitis: esta
enfermedad de las encías no solo se presenta por ausencia de limpieza,
sino también por los valores altos de cortisol. La inflamación prolongada
causa destrucción y atrofia del tejido, lo cual puede suponer un problema
para el anclaje de las piezas.
- Sequedad
bucal y caries: en estos casos, la saliva tiene un pH más ácido,
debido a digestiones más pesadas y pobres a causa del nerviosismo; esta
acidez ataca directamente al esmalte y disminuye el contenido salivar.
- Aftas
y herpes: nuestras defensas se encuentran más debilitadas o menos
activas de lo normal. Si a esto le sumamos que la boca es la puerta de
entrada de cientos de bacterias, pues… infección.
Además de estas afecciones, debemos tener en cuenta que
cuando nos encontramos en situaciones de agobio y ansiedad, tendemos a
descuidar la higiene bucal y nos inclinamos hacia un tipo de dietas menos sanas
y equilibradas. De este modo, el estrés
afecta a los dientes de una manera demoledora, por lo que es
necesario ponerle solución.